Los recursos humanos en las compañías, presente y futuro

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Eva Ruiz. Responsable del departamento de Consultoría. Asefarma.

Los recursos humanos en las compañías, presente y futuro

13/7/2020
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La llamada “crisis del coronavirus” no va a pasar desapercibida en muchos aspectos. Quedará impregnada en nuestro recuerdo con los efectos que ha traído consigo en la historia del mundo y, por supuesto, de nuestro país, como lo hizo la crisis del 1929 o la gripe española, que también entonces llegó a afectar a multitud de sectores.

Al principio, muchos observaban expectantes la situación por la que pasaba Wuhan sin pensar en que esto llegaría hasta nosotros con la rapidez que lo ha hecho: la pandemia no hubiera existido sin la globalización, que sin duda permitió la rápida expansión del virus, de ahí que su impacto en la economía mundial se estime sea aún mayor que la crisis de 2008, entrando -a consecuencia- muchos países en recesión, aumentando la deuda.

Este mundo interconectado, tuvo que optar por cerrar fronteras, prohibir eventos multitudinarios y muchos países del sur de Europa como España o Italia, con excepciones como Grecia o Portugal, decretaron el confinamiento de la población y por tanto el paro de la actividad económica no esencial. El efecto inmediato de la pandemia y de estas medidas, ha hecho temblar los cimientos de pequeña ,  medianas y grandes empresas que para adaptarse a la situación del momento han optado bien por  reinventarse y buscar nuevas oportunidades y modelos de negocio con el claro ejemplo del repunte de la venta online, que ha llegado para quedarse,  junto a su equivalente en hostelería: el take awqy, o bien por  reducir  o parar el motor de muchas de ellas –sus equipos humanos y parando  o reduciendo parte de  su actividad.

Los ERTEs, despidos y permisos recuperables han destruido muchos empleos directos, o indirectos
A fecha de hoy se pueden contabilizar miles de empleos perdidos y  multitud de sectores se empiezan a resentir, sectores  en los que la gran mayoría de las  empresas llegan a situaciones  tan negativas  que como mínimo han provocado reducciones drásticas de personal, a través de ERTEs, despidos y no renovaciones de empleos temporales, llegando incluso a cierres en sectores tan diversos como el turismo, la construcción, el ocio  y la cultura, el comercio minorista, el servicio doméstico y por supuesto la belleza, lo que afecta en última instancia a los empleados que trabajan en ellas.

Ha habido en cambio una situación contrapuesta en los denominados sectores de primera necesidad que han estado en primera línea durante el confinamiento, dando, todo sea dicho, una respuesta sobresaliente.  Éste ha sido el caso del sector de la alimentación, en el que tanto gran consumo como comercio minorista, no ha parado ni un instante, de la distribución y el transporte o del sector de la salud, poniendo al frente de esta lucha a multitud de sanitarios (médicos, farmacéuticos, enfermeras y personal de hospital).

Los recursos humanos de todos ellos han tenido que hacer un sobreesfuerzo teniendo en ocasiones que incrementar su plantilla o la jornada laboral de parte de sus empleados, para compensar las bajas y favorecer que el personal de diferentes turnos no coincidiera. También siendo conscientes del papel principal que estaban desarrollando, asumiendo el que les tocaba jugar en esta situación dando el mejor servicio posible a una sociedad paralizada.

Algunos directivos, conscientes del valor del factor humano de sus empresas han reconocido este esfuerzo, incluyendo recompensas económicas como incremento salarial como respuesta y palanca de motivación ante la alta implicación del personal a pesar de reducir en este periodo horarios de apertura buscando la seguridad de sus equipos y facturación y, en consecuencia, beneficio. Éste es el caso por ejemplo de Juan Roig, que, sin dudarlo, al principio de la epidemia, en el mes de marzo incrementó en un 20% el salario bruto de sus empleados de supermercado al ser consciente del incremento en la carga de trabajo y del riesgo que suponía individualmente a cada uno de ellos, sabiendo que esto reduciría aún más su beneficio.

La crisis económica en España
Es cierto que la crisis en  España ha alcanzado a todo el territorio nacional, pero también hay que reconocer que el impacto es desigual. Algunas comunidades autónomas se preparan para una crisis duradera con una capacidad de respuesta muy limitada, otras en cambio serán más resistentes y tratarán de parar el crecimiento de desempleos al contar con más armas con las que salir antes de esta situación.

El noroeste de España, según arroja un informe publicado por El confidencial, tiene un tejido productivo más diversificado. En consecuencia, al poseer más industria, posee una demanda interna más sólida, y un buen soporte en la caída, lo que favorecerá una recuperación posterior más rápida. En cambio, en el suroeste, provincias como Cádiz, Huelva, Granada, que dependen en gran medida del turismo, la hostelería y la construcción, lo pasarán peor a pesar de que el virus fue menos virulento por allí. Es por eso por lo que el mayor número de cierres de empresas viene del sur y aunque muchas podrán retomar su actividad en el futuro y volver a contratar a sus trabajadores, a medida que el estado de alarma se alargue y no avancen las fases de la desescalada, será más difícil esa remontada.

Llama la atención que, siendo la Comunidad de Madrid uno de los lugares más azotados por el virus y por tanto donde se han producido más muertes y contagios, la foto sea distinta, porque junto a otras comunidades como Cataluña y, más concretamente si observamos el comportamiento de la población y de la red de transporte de sus capitales- Barcelona y Madrid-, es allí donde se ha observado la más importante caída de la movilidad. En cambio, los datos del parón del mercado laboral de ambas no están siendo tan negativos como en otros lugares, resistiéndose ambas en la caída. Esto es debido a la alta proporción de servicios de alto valor añadido que se concentran en ellas.  La mayor parte de estas actividades se pueden y se han estado realizando a distancia mediante el teletrabajo: abogados, contables, asesores, informáticos, medios de comunicación, etc. han seguido trabajando desde casa e incluso han aumentado su actividad.

El teletrabajo: realidad presente y futura de los RRHH
Esta nueva forma de trabajar que las empresas que podían continuar con su actividad fuera de las oficinas impusieron a sus equipos en su día se aplicó casi de manera impuesta a muchos, en concreto en España llegó a principio de marzo el teletrabajo y parece ser que al igual que la venta online, aterrizó para quedarse. Diversas empresas están planteándose incorporar esta nueva forma de trabajar de manera habitual o al menos que sus equipos no se incorporen al 100% de manera inmediata, buscando una fórmula mediante la cual se alterne el teletrabajo con el trabajo de despacho.

Todos los cambios presentes que trajo consigo esta profunda crisis del COVID-19   cambiará sin duda nuestro futuro y nuestra forma de movernos, de vivir, de comprar y de trabajar.

El uso del transporte privado aumentará sin duda, nos relacionaremos de diferente manera o al menos seremos más cautelosos, la compra a distancia formará parte de nuestro día a día y un % importante de empresas valorarán incrementar estas nuevas formas de trabajar cuando realmente el desarrollo del trabajo no requiera una presencia física.

Trabajar a distancia tal y como recomendó el Gobierno, se impuso abruptamente y hoy es una realidad que legó sin preverse, aunque la contemplábamos como posibilidad ayer y que cambiará mañana radicalmente nuestra forma de trabajar.

Las reuniones virtuales, las formaciones en streaming, las consultas médicas online, son ya una realidad y sectores como la educación, la asesoría o la comunicación se han incorporado sin dudarlo al mundo digital para reducir el fuerte impacto que les ha dejado la pandemia. Sin duda esto ha aumentado la actividad económica y prueba de ello son la amplia gama de plataformas digitales que se nos ofrecen.

La vuelta a la normalidad, según reza el Ejecutivo, se ha convertido en la vuelta a la “nueva normalidad” y, desde el Gobierno, se encomienda a las empresas la labor de adoptar medidas de higiene y de seguridad que conviertan los lugares de trabajo en lugares seguros aumentando con ello el nivel de confianza de los trabajadores.

Queda por plantearse si a la empresa en sí, si dicha inversión le compensa. Garantizar la seguridad hasta ese extremo supone añadir un coste. Sin ir más lejos, hablando de lo que conozco en primera persona, en Asefarma, donde desde hace más de 25 años nos sentimos orgullosos de la relación estrecha y cercana que hemos creado con el cliente, hemos procurado, aún en la distancia, no perderla durante estos meses aunque fuera a distancia y no nos planteamos en absoluto, perderla en un futuro no lejano.

Nos estamos preparando y hemos desarrollado un protocolo por fases para la reincorporación que todo el equipo llevará a cabo, en el que aportamos equipos de protección personal a cada empleado y a cada cliente que nos visite, extremando las medidas de higiene -con geles hidroalcohólicos y limpieza constante- y de seguridad para asegurar el distanciamiento social requerido–con mamparas, sistemas de desinfección y control de temperaturas.

No cabe duda de que con respecto a la situación anterior existen ventajas con el teletrabajo, aunque se presente como oportunidad en determinados sectores donde la presencia del empleado no es primordial, pero  frente a cambiar  por el trabajo a distancia también existen situaciones que las empresas han de valorar previamente como: el  de encontrar cómo solucionar las posibles  incidencias en la  conexión, los problemas de infraestructura o de seguridad en los datos y la  falta de mecanismos de control del trabajo realizado por cada empleado en la distancia.

También es cierto que el teletrabajo hoy permite preservar la salud y la seguridad de empresas y trabajadores y permite también conciliar mejor la vida familiar teóricamente. Y es en teoría porque esta nueva forma de trabajar que muchos hemos experimentado, ha llevado a que ya no haya un límite entre la franja de lo laboral y lo personal. La mayoría de los teletrabajadores reconocen que en esta situación han aumentado su jornada laboral estipulada, quedando en el olvido un horario laboral como tal regulado y organizado y aumentando por tanto el estrés en muchos de ellos.

En mi opinión en el equilibrio estará la respuesta. Combinar el teletrabajo con la actividad laboral presencial en la oficina mejorará también el vínculo del empleado con sus compañeros y con la empresa,  porque sociabilizar es importante mejorando la visión del  trabajador hacia la compañía, comprendiendo y reconociendo mejor sus objetivos, consiguiendo además un mayor  reconocimiento social del trabajo por parte del empleador, que para  este tema aún no está preparado.

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