Hasta ahora, las compañías farmacéuticas no han conseguido dar con la clave para paliar los intensos dolores que sufren los enfermos de migraña. Sin embargo, esto podría cambiar pronto. En los últimos tiempos, cuatro empresas han estado focalizando parte de sus esfuerzos de investigación en desarrollar la primera generación de fármacos con la que prevenir estas cefaleas. Una iniciativa que, además de mejorar la calidad de vida de los afectados, tiene un elevado potencial lucrativo al dirigirse a un mercado prácticamente virgen.

Amgen, Alder, Lilly y Teva son las cuatro farmacéuticas que trabajan en esta familia de nuevos medicamentos que, a diferencia de los ya existentes, se orientan a tratar el desencadenante del dolor al dirigirse al péptido CGRP, relacionados con el gen de calcitonina, y considerado determinante en el origen de los ataques por el papel que desempeñan en la inflamación y la transmisión del dolor.

Según los primeros estudios publicados por estas firmas, los fármacos desarrollados hasta el momento funcionan casi eliminando los episodios en la mitad de los pacientes con los que se ha probado. La investigación está en marcha en EEUU, donde las cuatro empresas aspiran a sacar tajada de un negocio que los analistas valoran en una horquilla de entre 4.000 y 8.000 millones de dólares, según explica Bloomberg.

"La conclusión es que, sin grandes alternativas para los que sufren migraña, la demanda para un tratamiento conveniente y que sea tolerado es alta", asegura Rob Lenz, jefe de desarrollo para el medicamento de Amgen, quien insiste en que hay muchas diferencias todavía entre los resultados de los ensayos y que se necesita más investigación para entender qué medicamentos funcionan mejor.

Las migrañas son uno de los desórdenes neurológicos más comunes. Solo en EEUU sufren esta dolencia 36 millones de personas, mientras que en España, el número de afectados ronda los 4 millones de personas, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúa esta enfermedad entre las 20 más discapacitantes que existen y, de acuerdo con expertos del sector de la salud, supone un coste estimado en unos 13.000 millones de dólares al año por el absentismo y la pérdida de productividad laboral.

Fuente: elEconomista