Transformación digital debe permitir innovación biomédica disruptiva

15/9/2017
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Transformación digital debe permitir innovación biomédica disruptiva
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Este profundo cambio posibilitará la medición de los resultados en salud, lo que facilitará la modernización del sistema sanitario y una mejora de su eficiencia, defiende en Santander el presidente de FARMAINDUSTRIA.

El excelente e integrado sistema sanitario y la alta cualificación médica hacen de España un lugar óptimo para liderar esta transformación.

Ofrece a las Administraciones Sanitarias la colaboración de la industria para medir con estudios los resultados en salud en distintas patologías.

La medición de los resultados en salud de todas las actuaciones sanitarias resulta esencial para integrar y sacar el mayor fruto de dos revoluciones que están ya transformando los sistemas sanitarios de los países desarrollados: los nuevos avances biomédicos derivados del desarrollo de la genómica funcional y la proteómica -que están cambiando la forma de afrontar el tratamiento de la enfermedad- y el proceso imparable de digitalización de nuestra sociedad y del sistema sanitario, ha señalado el presidente de FARMAINDUSTRIA, Jesús Acebillo, en el XVII Encuentro de la Industria Farmacéutica Española, que ha comenzado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander. “Ambas dimensiones transformadoras serán claves para la modernización del sistema sanitario y su sostenibilidad”, ha asegurado.

En el caso de la innovación disruptiva, que engloba los avances terapéuticos de los últimos años, fruto del nuevo y profundo conocimiento de la biología celular, está permitiendo desarrollar nuevos fármacos y productos biológicos altamente específicos, así como procedimientos de terapia celular, terapia génica y medicina regenerativa, capaces todos ellos de cambiar radicalmente el abordaje de enfermedades y, por tanto, la vida de muchos pacientes. “Estos nuevos avances terapéuticos significan un renacimiento de la medicina y están llamados a modificar radicalmente la práctica médica actual, a transformar los sistemas sanitarios donde dichas enfermedades son gestionadas y, por último, a mejorar la vida de muchos pacientes”, ha subrayado Acebillo.

No obstante, en ocasiones estos nuevos productos biológicos sólo se contemplan como elementos de incremento de costes, en vez de como “soluciones para mejorar la vida de los pacientes y reducir e incluso eliminar muchas enfermedades y, por tanto, sus costes asociados”. Para el presidente de FARMAINDUSTRIA, esta percepción puede deberse a la falta de criterios internacionales comunes sobre las políticas de precio a aplicar a estas innovaciones disruptivas, políticas que, en su opinión, “deberían estar basadas en el valor añadido que dichos productos generan en el paciente y el sistema sanitario y a nivel socio-económico”.

En lo que se refiere a la transformación digital del sistema sanitario, que ya está proveyendo de nuevos instrumentos capaces de procesar ingentes volúmenes de datos (las herramientas de big data), afectará y redefinirá los sistemas de salud en el futuro inmediato, “convirtiéndose con toda probabilidad en el motor más potente de transformación de dichos sistemas, ya que actuará de forma transversal en todas las fases de la cadena sanitaria, desde el paciente, a través de las nuevas tecnologías de conectividad-integral, hasta la gestión de la sanidad o la interconectividad entre los sistemas salud”.

Análisis cualitativo de la innovación
Ante este nuevo panorama, el presidente de FARMAINDUSTRIA considera que para mejorar la eficiencia de los sistemas sanitarios y capturar así todo el valor que las innovaciones disruptivas generan hace falta una transición desde una visión meramente presupuestaria a una contabilidad analítica; sólo así se podrá conocer el nivel de eficiencia del sistema en la gestión de las distintas patologías. “Esta evolución –ha agregado– será clave si queremos conocer con precisión los costes por intervención terapéutica o por enfermedad, y también para identificar las palancas para mejorar los resultados de salud en los pacientes. En definitiva, será clave para la sostenibilidad del sistema sanitario en los próximos años, donde prevemos escenarios con  incrementos significativos en la demanda sanitaria”.

Este análisis de los resultados en salud de cada intervención sanitaria debe hacerse no sólo a corto, sino también a medio y largo plazo, ya que es en periodos largos cuando se manifiestan la gran mayoría de beneficios clínicos en el tratamiento de un gran número de patologías. Y el análisis -sostiene Acebillo- debe trascender la perspectiva estrictamente sanitaria: junto a los beneficios clínicos de un nuevo medicamento o tecnología han de contemplarse también sus efectos positivos en términos socioeconómicos, de empleo y de mejora de la calidad de vida.

En este punto, el presidente de FARMAINDUSTRIA ha reiterado el compromiso de la industria farmacéutica con estas transformaciones y ha ofrecido la colaboración de ésta a las Administraciones Sanitarias para realizar estudios piloto sobre resultados en salud en diferentes patologías, con el fin de medir el valor añadido que cada innovación genera en los pacientes, el sistema sanitario y la economía del país.

Estos estudios, que seguirían estándares de excelencia internacional, deberían basarse en técnicas digitales de big data, capaces de procesar ingentes volúmenes de datos, y permitirían obtener con gran precisión los resultados que en términos de salud aportan las innovaciones, frente a sus costes asociados. De esta forma se podría distinguir qué tratamientos, tecnologías, actos sanitarios o medidas de gestión son los más eficientes, además de “poner en valor capacidades que serán claves en los próximos años y contribuir a desarrollar y consolidar la cultura de la medición de resultados”.

El uso de fármacos innovadores genera importantes ahorros en otras áreas de los servicios sanitarios (fundamentalmente en atención especializada y hospitalaria), a lo que hay que añadir que la mejora de la salud de la población genera un crecimiento económico para los países, ya que se estima que un año más de esperanza de vida se traduce en un 4% de crecimiento del PIB. En este punto cabe recordar que los medicamentos han sido responsables de dos tercios del aumento de 1,74 años en la esperanza de vida registrado en los países desarrollados en la primera década del siglo.

En este contexto, España constituye un caso único en el ámbito europeo para comenzar a aplicar la medición de resultados en salud y desempeñar el liderazgo europeo en esta materia, opina Acebillo, ya que dispone de un excelente sistema sanitario, con altos niveles de cualificación médica y de integración entre atención primaria y especializada, sin olvidar su participación en proyectos internacionales de investigación.

La aplicación de este nuevo esquema facilitará, además, la evolución desde el tradicional esquema centrado en el paciente agudo a un nuevo escenario cuyo protagonista es el paciente crónico, que puede llegar a vivir muchos años tras el diagnóstico y que será el protagonista del 70% de toda la actividad sanitaria en los próximos 15 años.

Este cambio de paradigma seguirá intensificándose en el futuro de la mano de la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos, que conllevará innovaciones con mayor especificidad que supondrán importantes mejoras para la salud y la calidad de vida de los pacientes. En la actualidad existen más de 7.000 moléculas en distintas fases de I+D, de las que surgirán nuevos tratamientos que permitirán abordar los desafíos que siguen planteando hoy numerosas enfermedades.

Compromiso de la industria con la sostenibilidad
La apuesta por la medición de los resultados en salud forma parte del firme compromiso de la industria farmacéutica innovadora con la sostenibilidad del sistema sanitario, compromiso del que son buenos ejemplos el Convenio por la Sostenibilidad y la Innovación firmado con el Gobierno y la puesta en marcha de nuevas fórmulas de financiación de la innovación, como los techos de gasto o los acuerdos de riesgo compartido. Todo ello permite mantener el adecuado equilibrio entre el acceso a la innovación y el rigor presupuestario.

Prueba de ello es que, mientras que entre 2009 y 2016 se pusieron a disposición de los pacientes españoles 164 nuevos principios activos (que se traducen en 1.344 nuevos medicamentos de prescripción), el gasto farmacéutico en ese mismo periodo se redujo en un 4,3%, pasando de 19.066 millones de euros en 2009 a 18.249 millones en 2016. Esto permite a España preparar la evolución hacia un nuevo modelo de medición de resultados en salud desde la serenidad que permite su equilibrio actual entre sostenibilidad y acceso a la innovación.

En cualquier caso, Acebillo ha insistido en la calidad de vida de los pacientes como eje del modelo de medición de resultados en salud. En este sentido, es crucial, para que sea realmente efectivo, incorporar los intereses y valoraciones de los propios pacientes, cuyo papel debe reforzarse.

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