Ébola: Glaxo y J&J buscan el 'milagro'

24/9/2014
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Ébola: Glaxo y J&J buscan el 'milagro'
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Antiinfecciosos  

Las multinacionales investigan la vacuna y firmas más pequeñas el fármaco.

El virus del ébola es conocido en África desde hace 38 años. En 1976, se detectaron en la República Democrática del Congo (antigua Zaire) 318 casos de esta infección transmitida por animales salvajes al ser humano. En aquella epidemia murieron casi 9 de cada 10 afectados. Desde entonces hasta el brote de este año -el más letal hasta ahora- ha habido otras 24 apariciones del virus, con algo más de 1.500 muertes en total. Este año la cifra de defunciones ya se acerca a las 3.000.

Por eso, las compañías farmacéuticas apenas habían destinado sus fondos en investigación hasta ahora a esta enfermedad. Hay infecciones en África, mucho más letales, como la malaria o el VIH, donde los laboratorios sí han puesto buena parte de sus recursos los últimos años. Pero todo este escenario ha cambiado en 2014. El brote de ébola aparecido el 22 de marzo en Guinea, se ha cobrado casi el doble de vidas en seis meses que en los 38 años anteriores. Con este panorama y tras la voz de alarma dada por la Organización Mundial de la Salud, actualmente hasta diez compañías farmacéuticas compiten ya por ser la primera en encontrar una solución para combatir este virus, que ha acabado con la vida, a fecha de 22 de septiembre, de 2.793 personas, más otros 5.762 infectados.

Un gran número de estas compañías, sobre todo los pequeños laboratorios farmacéuticos, llevaban años estudiandolo, gracias a la financiación del Departamento de Defensa de Estados Unidos, pero por una razón muy distinta: su potencial uso como arma bacteriológica. Los gobiernos estadounidenses hacía tiempo que tenían noticias de este uso del ébola, concretamente de una de sus variantes, el virus de Marburgo.

Incluso ahora han salido a la luz programas de investigación llevados a cabo por la antigua URSS, con capacidad para fabricar el virus en masa. Su poder como arma biológica sería parecida a otro agente más famoso como agente químico, el ántrax.

Por este motivo, el Pentágono sigue considerando al virus del ébola como un agente de bioseguridad de nivel 4 -el más alto-. Igualmente, está clasificado en la categoría A como agente de bioterrorismo para los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades del Departamento de Salud de EEUU. Según este organismo, el virus "tiene el potencial de servir como arma para su uso en la guerra biológica. La eficacia como arma biológica se ve comprometida por su letalidad rápida ya que los pacientes mueren rápidamente antes de que estén en condiciones de propagación del contagio", aseguran las autoridades estadounidenses.

Prevenir o curar
El brote actual ha cambiado el rumbo de estas investigaciones. Ahora lo prioritario es salvar vidas. Tanto, que la agencia regulatoria de medicamentos en Estados Unidos, la FDA (Food and Drug Administration) ha permitido saltarse varios ensayos previos a las farmacéuticas que están en esta carrera. Las diez compañías se dividen en dos grandes grupos: las que buscan un fármaco para curar a los infectados y las que quieren actuar de manera preventiva desarrollando una vacuna.

En el primer grupo, la farmacéutica más avanzada es Mapp Biopharmaceutical, dueña del fármaco experimental ZMapp, administrado a los dos ciudadanos de EEUU infectados del virus de ébola y hoy felizmente recuperados, Este laboratorio apenas tiene nueve empleados. Fue fundada en el año 2003 por los doctores Larry Zeitlin -presidente ejecutivo- y Kevin Whaley -consejero delegado- tras haber trabajado juntos en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. La empresa no cotiza en bolsa y apenas genera ingresos. Sin embargo, desde hace años recibe fondos del Pentágono, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, para que continúe con sus investigaciones sobre el virus del Ébola.

No es la única empresa biofarmacéutica que los recibe. Al menos otra cuatro pequeñas compañías biotecnológicas, según ha informado The New York Times, han recabado en los últimos años inyecciones de capital de diversos departamentos del Departamento norteamericano, como la Agencia de Defensa para la Reducción de Amenazas (DTRA), para financiar estas investigaciones. Mapp Biopharmaceutical, con sede en San Diego, arrancó su actividad en 2003, y consiguió hace dos años su resultado más prometedor hasta la fecha. La ventaja de su producto es que se trata de una píldora, más fácil de administrar que los sueros del resto de compañías.

La canadiense Tekmira Pharmaceuticals, la primera compañía que saltó a la fama por su suero contra el virus TKM-Ébola, firmó en 2010 un contrato con el Departamento de Defensa para investigar en este campo por 140 millones de dólares (algo más de 100 millones de euros). Tekmira sí cotiza en el Nasdaq y Toronto y en lo que va de año se ha revalorizado en torno al 200%.

Otra compañía del Nasdaq, Sarepta Therapeutics, también desarrolla un compuesto, AVI-7537, que ha obtenido financiación pública del Pentágono. En concreto, el Departamento de Defensa transfirió en 2010 a esta empresa de Boston un total de 291 millones de dólares (220 millones de euros) para desarrollar fármacos contra el ébola y la enfermedad de Marburg. En este caso, los fondos se cortaron en 2012, pero la empresa ha asegurado que actualmente tiene suficiente suministro de su producto para tratar hasta 100 pacientes.

Desde Japón
La multinacional japonesa Fujifilm -sí, la de las cámaras fotográficas- también está presente en este negocio, a través de una de sus filiales biotecnológicas, denominada Toyama Chemical, también con sede en Boston, y ya ha presentado los primeros estudios a la agencia estadounidense del medicamento, FDA, para seguir investigando en ébola con su medicamento Favipiravir.

La última de estas cinco compañías biotecnológicas que investigan fármacos contra la enfermedad gracias a los fondos del Pentágono se denomina BioCryst Pharmaceuticals, también con sus acciones en el Nasdaq. Esta empresa desarrolla el compuesto BCX4430, que ya está en la fase 1 de investigación tras pasar los estudios previos.

En septiembre de 2013, la compañía llegó a un acuerdo con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de EEUU por el que recibía 22 millones de dólares (16 millones de euros) para desarrollar su producto. BioCryst ha ganado un 11% en bolsa en el último mes.

De momento, ha sido Mapp Biopharmaceutical la que se ha adelantado al resto de competidores en sus investigaciones. Gran parte del éxito de esta compañía se debe al papel jugado por un sector tan denostado en su imagen como el de los transgénicos.

El fármaco ZMapp basa su desarrollo en el cultivo modificado de plantas de tabaco que produce la compañía Reynolds American.

La vacuna de GSK
En el terreno de la prevención, de momento es la multinacional británica GlaxoSmithKline la que lleva más ventaja sobre el resto. El laboratorio ha conseguido lo que otros como Johnson & Johnson, Bavarian Nordic o Profectus Biosciences todavía tardarán en conseguir varios meses: probar en humanos su vacuna experimental contra la enfermedad. Además, Glaxo también cuenta ya con cifras esperanzadoras en sus pruebas en monos en los que se ha visto que genera una protección frente al virus a corto y largo plazo.

Con estos datos, la Organización Mundial de la Salud ya ha anunciado que confía en disponer en noviembre de dos prototipos de vacuna contra el ébola, que serían suministradas en primer lugar a los trabajadores sanitarios que cuentan con más riesgo de contraer el virus. En un primer momento, la vacuna de GSK será suministrada a mediados de septiembre a voluntarios saludables en Gran Bretaña y Estados Unidos para posteriormente extender su programa hasta Gambia y Mali.

El Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de la NIH también planea pruebas en humanos de una vacuna desarrollada por científicos del Gobierno canadiense, que fue concesionada a NewLink Genetics. Los ensayos anunciados reclutarán a voluntarios saludables con el objetivo de determinar si la vacuna es segura y si provoca una respuesta inmune protectora.

Johnson & Johnson también trabaja en otra vacuna, a través de su filial Crucell, junto a las autoridades de EEUU. La multinacional asegura que estará lista para ser probada en humanos entre 2015 y 2016.

Fuente: elEconomista.es


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